Con esta
imagen he querido reflejar la evolución de los modelos educativos de atención a
la diversidad a lo largo de la historia, la cual explico a continuación un poco
más en detalle. Afortunadamente, el modelo
de exclusión educativa, en el que los alumnos con necesidades educativas
especiales no tenían derecho a la educación, ya no existe en España. Los dos
modelos más presentes en la actualidad son el segregador y el integrador,
mientras que poco a poco empieza a vislumbrarse la tendencia hacia una escuela
más inclusiva.
En líneas
generales, el modelo de segregación
consiste en la existencia de dos escuelas: una ordinaria y otra especial,
dotada esta última de profesionales, infraestructuras y recursos específicos
para los alumnos con necesidades educativas especiales. Se basa en la asunción
de que estos alumnos necesitan una educación diferente, puesto que no son
capaces de seguir las clases ordinarias y ralentizan el proceso de aprendizaje
del resto de compañeros. Es decir, este modelo diferencia y segrega al alumnado
por su capacidad, excluyéndole del sistema ordinario de educación.
En el modelo de integración, todos los niños
van al mismo centro, pero aquellos que necesitan una atención especial (por
ejemplo, alumnos con discapacidad, altas capacidades, de incorporación tardía o
de otras nacionalidades o etnias) reciben un tratamiento diferente. Los objetivos
se modifican para cada colectivo (adaptaciones curriculares) y, en algunas
materias, los alumnos con necesidades especiales salen del aula ordinaria para
recibir apoyo educativo y conseguir que se adapten al grupo. En este modelo se
segrega en el aula, parcial o permanentemente, en función de las necesidades de
cada colectivo.
No
obstante, la escuela inclusiva parte
de la concepción de que el término ‘inclusión’ no sólo significa incorporar a
un alumno con necesidades educativas especiales en un centro ordinario. Desde
el punto de vista de este modelo, la inclusión educativa tiene tres
dimensiones:
- La
presencia y accesibilidad en el aula: todos los alumnos pueden acceder al aula,
tanto en relación con el mobiliario e infraestructuras como con los recursos
docentes y, además, todos pueden matricularse en el centro educativo que les
corresponde.
- La
participación en igualdad de condiciones: todos los alumnos tienen el derecho a
participar en las clases y ser tenidos en cuenta.
- El
aprendizaje: todos los alumnos tienen igualdad de derecho para aprender dentro
de una única aula, respetando los ritmos, intereses y capacidades de cada uno.
La
inclusión valora la diversidad como una realidad y un recurso importantísimo
para el enriquecimiento mutuo (ver Diversidad e Inclusión). Esta diversidad se
atiende diversificando, es decir, ofreciendo distintas metodologías y recursos
para que los alumnos aprendan y representen lo que han aprendido (ver Diseño
Universal de Aprendizaje). El modelo de inclusión educativa supone que no es el
niño el que tiene que adaptarse a la escuela, sino la escuela la que tiene que
adaptarse a todos los alumnos. De esta manera, los apoyos educativos van
dirigidos a todos, haciendo que el proceso de enseñanza-aprendizaje sea más
dinámico, más diverso y más personalizado.
LA
EDUCACIÓN INCLUSIVA ES EL MODELO AL QUE TENEMOS QUE DIRIGIR LA ENSEÑANZA.